Periódico
Íntag
El Primer Periodico Independiente
del Rincon Mas Bello y Mas Verde del Ecuador
Nueva visión comunitaria
By Linda D’Amico

 


Unos 20 comuneros de El Paraíso, parroquia Peñaherrera, demostraron su compromiso con el futuro los días 21, 22 y 23 de abril. Mujeres y hombres participaron en una minga para reforestar el bosque protector de la comunidad. Según Luis Gómez, “Aquí, nuestra labor es importante. No es por el dinero, pero para proteger el agua. Nosotros estamos avanzando en edad y dejamos esto para nuestros hijos y nietos, para el futuro”. Añadió José Luis Torres, “Están acabando los bosques y es bueno protegerlos”. 

Hace dos años se compraron el bosque protector para la comunidad con la ayuda de Armando Almeida, técnico de Defensa y Conservación Ecológica de Intag (DECOIN) y financiamiento internacional. Pedro Bolaños, Salomón Gómez y Gustavo Piedra salieron a Cotacachi a comprar el terreno. Llegaron con la escritura de los 44 hectáreas en la mano para entregarla a la comunidad.



Enfatizó el señor Gómez, “Ya estamos trabajando juntos. El terreno es de todos. ¡Es nuestro!” Hace un año se reunieron para organizarse y se pusieron de acuerdo con la DECOIN para hacer un vivero. Según el acuerdo entre la comunidad y la organización ambientalista, los y las comuneras sembrarán 16 mil árboles.  Añadió Manuel Gómez,  “Es bueno que se dan trabajo a los campesinos. Compartimos en todas las decisiones entre todos para hacer esta minga”. Ángel Gómez afirmó que entre todos se están reforestando para cuidar el agua y asegurar el futuro. “Con la amenaza contra el planeta, trabajamos a largo plazo”.

Wilson Bolaños, vice-presidente de  la comunidad, destacó el trabajo comunitario como la forma de avanzar. Dijo, “Desde la fundación de El Paraíso hace 17 años, siempre hemos hecho trabajos conjuntamente. Este es para el futuro, para las generaciones que vienen. Sin bosques estaremos en un desierto”.  Su vecino, Juan Alvino Gómez, comentó, “Pienso que con este trabajo estamos cuidando el futuro para nuestros hijos, para la comunidad y a los niveles zonal, nacional y mundial”.
Mientras los hombres hacían los huecos, las mujeres subieron con la comida y los árboles. Ellas hacen trabajos complementarios y plantan los retoños. Hermania Proaño dijo,  “Es un trabajo muy duro que nos hace sudar. Lo hacemos con la esperanza de verlo un día y por nuestros hijos, para que tomen el aire puro. Nuestros antepasados han sido muy brutos al quitar el monte y ya nos toca reponer  los árboles al nivel local y global”.