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SE PIERDE LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD
By Mary Ellen Fieweger


Después de dos años de preparativos, jefes de Estado y representantes de alto rango de 192 países se reunieron en Copenhague, capital de Dinamarca, del 7 al 18 de diciembre.

 

La Cumbre sobre el Cambio Climático, denominada COP-09 (Copenhague 2009), tuvo como meta llegar a acuerdos concretos y vinculantes sobre lo que los gobiernos tendrían que hacer para evitar que la temperatura media del planeta no se dispare en un futuro cercano. Un alza mayor desatará una serie de fenómenos climáticos con consecuencias mortíferas: sequías, inundaciones, plagas, enfermedades, incendios forestales, hambrunas, olas masivas de refugiados climáticos, etcétera. Según líderes mundiales como Ban Ki-Moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), COP-09 fue “la última oportunidad” para evitar este futuro nefasto.
¿Los resultados? Según algunos, un fracaso rotundo. Los hombres y mujeres supuestamente más poderosos del mundo no lograron aprobar lo más básico: poner un límite de emisiones de dióxido de Carbono (CO2) a fin de parar el empeoramiento del “efecto invernadero”. Pero existe otra lectura de los resultados de la COP-09, mucho más optimista. Las personas partidarias de este punto de vista aseguran que la COP-09 reveló al mundo, de manera innegable, que no son unos pocos “defectos” del sistema capitalista que nos han llevado a este punto, sino el sistema en sí, una revelación que hace posible la búsqueda de soluciones reales.

 

Los magros resultados de la COP-09

Los jefes de Estado se reunieron en Copenhague para acordar medidas a fin de parar el cambio climático, cuya manifestación mayor es la subida de la temperatura media global. Lograron muy poco. Para comenzar, insistieron en que se mantenga el tope de calentamiento en dos grados centígrados. El problema es, según señaló el periodista canadiense Naomi Klein, que para los países africanos, esto significa un aumento de entre tres y 3,5 grados, lo que podría poner a unas 55 millones de personas adicionales en riesgo de padecer hambre y producir una escasez de agua que afectaría de 350 a 600 millones de personas adicionales. Además, un aumento de dos grados condena a decenas de países-islas a desaparecer porque el deshielo de las glaciares provocará una subida mortal en el nivel del mar. Peor aún, según el periodista estadounidense Bill McKibben, las medidas que los países del G8  (grupo de ocho países más ricos del mundo) están dispuestos a adoptar, lejos de no parar el alza de la temperatura media global en dos grado, provocarán una subida infernal de 3,9ºC.

Barack Obama, presidente del país más contaminador del planeta, cuyos ciudadanos emitan 19 toneladas de carbono por persona a la atmósfera cada año, ofreció el compromiso más miserable de todos: anunció que su país reduciría sus emisiones en un 17 por ciento para el año 2020. El problema es que, en vez de tomar como base las emisiones de 1990, se toman los niveles de 2005, lo que representa una reducción de apenas un cuatro o cinco por ciento. Otros países acordaron niveles mucho más generosos: China habla del 40 por ciento, partiendo de los niveles de 1990; los países europeos, de una reducción entre 30 y 40 porciento, y Japón y Rusia, de un 25 por ciento.
Sin embargo, los expertos en el tema ven incluso las cifras más ambiciosas con escepticismo. Dicen que, para evitar un hecatombe, las emisiones de gases invernaderos adicionales tienen que terminar por completo antes de 2015 para estabilizar el clima al nivel lo menos peligroso posible. Luego, se tiene que disminuir los gases que ya están en la atmósfera del 50 a 85 por ciento de aquí al año 2050, en relación con el 2000. Los países más responsables por la contaminación deben reducir estos gases de 25 a 40 por ciento de aquí al 2020 y de 80 a 95 por ciento al 2050.
Esto no va a pasar. Además, hasta los modestos niveles acordados por los países mencionados no son vinculantes, y en la COP-09 no se logró establecer una entidad que vigilaría y controlaría el cumplimiento de estos compromisos.
Otra medida tratada en la COP-09 fue la responsabilidad de los países industrializados para con los países en vías de desarrollo. Es innegable que la crítica situación actual se debe al modelo capitalista diseñado e implementado por los países ricos. Lo irónico es que las consecuencias se padecen en forma más aguda en los países pobres, la mayoría de cuyos habitantes no han beneficiado del “progreso” hecho posible por el capitalismo. Así que, la idea era que los países ricos se comprometan a contribuir a un fondo a fin de que los países pobres puedan enfrentar mejor las secuelas del cambio climático y adoptar tecnologías “verdes” para poder seguir en su camino al desarrollo sin empeorar la situación actual. Hasta en esto, el G8 se mostró tacañísimo: los 10 mil millones de dólares de ayuda comprometidos son apenas una cuarta parte de lo necesario.

Empresarios aconsejan tranquilidad
Frente a los pobres resultados de COP-09, los portavoces de las transnacionales intentan tranquilizar a la población del mundo. Nos aseguran que están en camino soluciones tecnológicas que nos permitirán “seguir adelante”.
Las soluciones que ofrecen en el sector agrícola incluyen la siembra más intensiva de monocultivos de especies transgénicas que requieren insumos químicos que destruyen la capacidad del suelo de absorber el CO2 y que son tóxicos para la salud de todas las formas de vida, incluyendo la nuestra. También promueven la construcción de más criaderos de animales fábricas de carne, inyectados con hormonas para acelerar su crecimiento, y con antibióticos para que sobrevivan las condiciones insalubres de los galpones en donde pasan la vida en espacios tan reducidos que ni pueden darse la vuelta y mucho menos darse un paseo.
En el sector industrial, se impulsa la tecnología de punta que destruye más en menos tiempo y que  necesita cada vez menos mano de obra. En el sector minero, por ejemplo, hace 50 años, el camión más grande usado en la minería del cobre cargaba 40 toneladas de mena (la roca que contiene el mineral); hoy existen camiones chinos que transportan 400 toneladas. Hace 50 años, una planta de tratamiento tenía una capacidad de 3500 toneladas diarias; hoy, la cifra es más de 35 mil. La destrucción se multiplica por diez. Y pronto estos procesos se harán con robots.
En resumen, lo que ofrecen los empresarios es más –muchísimo más–  del mismo modelo que nos ha traído la destrucción actual. Como indican los críticos, es esta fe ciega en la tecnología que nos ha llevado a este punto. Y es la misma tecnología que ha perfeccionado la eliminación de la fuerza laboral en la minería, la agricultura, la fabricación de bienes y la entrega de servicios de todo tipo. Esta verdad debe llevar a los empresarios a plantearse una pregunta: Sin una fuerza laboral cuyos integrantes ganan un sueldo, por más miserable que sea, ¿quién comprará los bienes que se fabrican? ¿Los robots?
A la COP-09,  llegaron los empresarios en cantidades industriales para ofrecer sus soluciones basadas en la magia de la tecnología. Según Jaime Richart, hubiera sido mejor si se habrían reunido a solas porque son los “responsables directos” de la situación actual, los que dirigen las industrias que contaminan. En cambio, los jefes de Estado son adornos, testaferros, puestos en la silla presidencial de sus respectivos países por sus amos, los empresarios que financian sus campañas electorales.  

“No se trata de caridad, se trata de justicia”
En cambio, representantes de los pueblos, las organizaciones de base y las ONG no participaron en las deliberaciones de la cumbre oficial porque, en gran parte, no fueron invitados.
Así que organizaron su propia cumbre. El Klimaforum reunió a decenas de miles de personas. Manifestaron en las calles: la marcha por la justicia climática contó con 100 mil personas. La represión policial correspondió a la fuerza de los ambientalistas: más de 1 200 manifestantes fueron encarceladas el primer fin de semana de la COP-09 y testigos afirman que los líderes eran el blanco de las autoridades.
Mientras tanto, las personas no invitadas a la cumbre oficial escucharon a activistas y expertos hablar de las consecuencias de no lograr un acuerdo radical. Vandana Shiva, activista, bióloga y escritora de la India, dijo que Jonathan Pershing, el negociador principal de Estados Unidos, había afirmado que el Gobierno de Obama está dispuesto a pagar “la parte que le corresponde”, pero que “los donantes” no tienen fondos ilimitados. Y la muy despistada Hillary Clinton, secretaria de Estado de Obama, ofreció ayuda “para que los países pobres no sigan contaminando”. La doctora Shiva respondió con incredulidad a estas afirmaciones: “Creo que es hora de que Estados Unidos deje de verse a sí mismo como donante y comience a reconocerse como contaminador. Un contaminador debe pagar una compensación por los daños y debe pagar su deuda ecológica. No se trata de caridad. Se trata de justicia”.
La doctora Shiva habló, además, del fenómeno de refugiados climáticos: “Un refugiado climático es alguien que fue arrancado de su hogar, de la tierra que es su sustento por la inestabilidad climática. Podría tratarse de personas que han tenido que dejar su agricultura debido a la sequía prolongada. Podría tratarse de comunidades en los Himalayas que están teniendo que abandonar sus aldeas, ya sea debido a que las inundaciones repentinas están haciendo desaparecer sus aldeas o debido a que las corrientes de agua están desapareciendo”.
Por su parte, Arzobispo Desmond Tutu de Sud África, se dirigió a la gente joven en el Klimaforum: “El cambio climático ya es una grave crisis hoy en día. Pero podemos hacer algo al respecto. Si no lo hacemos… si no lo hacemos, no habrá mundo para dejarles a ustedes, esta generación. Ustedes no tendrán un mundo. Se estarán ahogando. Se estarán quemando en la sequía. No habrá alimentos. Habrá inundaciones. Solamente tenemos un mundo. Solamente tenemos un mundo. Si lo arruinamos, no hay otro. Y quienes piensan que los ricos van a escapar, ¡ja, ja, ja! O nadamos o nos hundimos juntos”.
El periodista chileno Ernesto Camona describió lo que constataron las personas que participaron en el Klimaforum y las desilusionadas en todo el mundo con los resultados de la COP-09: “Por primera vez en la historia del hombre, crece la conciencia mundial del riesgo para la supervivencia de la especie humana que introdujo en la Tierra el sistema capitalista de explotación de los recursos naturales de los países ricos a través de grandes corporaciones sin dios ni ley. El modelo neoliberal global convierte a la tierra en un cascarón hueco en beneficio exclusivo del lucro corporativo”.

Soluciones

Los jefes de Estados, alto funcionarios y empresarios del mundo que asistían en la COP-09 no emitieron una declaración final, una señal clara del fracaso estrepitoso de la cumbre. Por su parte, las personas reunidas en el Klimaforum lograron llegar a un consenso. Su declaración final asegura: “Hay soluciones a la crisis del clima. Lo que necesitan los pueblos y el planeta es una transición justa y sostenible de nuestras sociedades a un modelo que garantice el derecho a la vida y la dignidad de todas las personas, y entregue un planeta más fértil y vidas más plenas a las generaciones presentes y futuras” (ver recuadro).Según Vía Campesina, una parte de la solución ha estado en marcha desde hace siglos: la agricultura campesina y la producción a pequeña escala. La organización explica que, “las trasnacionales nos quieren hacer creer que los sistemas alimentarios son una cadena industrial que comienza con Monsanto como dueña de las semillas en un extremo y WalMart como paradigma de los supermercados en el otro, cada vez más industrializado y centralizado”. Insisten en que sólo ellos pueden parar el cambio climático “con sus variedades transgénicas y producción masiva y uniformizada”. Y con sus fuerzas laborales mal pagadas y maltratadas.
Vía Campesina afirma que esta solución perversa se basa en una idea falsa: los sistemas alimentarios no son cadenas sino redes. Además, hoy más del 85 por ciento de los alimentos se consume cerca de donde se produce. Los campesinos, pescadores artesanales, pastores nómadas y horticultores urbanos producen la mayoría de esta comida. Estos grupos representan la mitad de la población humana del planeta y dan de comer a muchísimas personas más. Según Vía Campesina, “no emiten gases sino los absorben, ahorran agua, conservan suelos y diversidad de cultivos, animales domésticos y peces”. Además, lo que producen es una gama variada y nutritiva de alimentos y no los productos uniformes de los monocultivos que tanto daño hacen al planeta y a la salud humana.
La propuesta de Vía Campesino es compatible con un concepto propuesto para reemplazar el capitalismo. Se denomina el ecosocialismo. Según Eduardo Lucito, el ecosocialismo ofrece una alternativa a la explotación del trabajo humano y a la destrucción de los recursos naturales. Se basa en una relación entre la sociedad humana y la naturaleza fundamentada en “la razón ecológica”, esto es, “con el buen funcionamiento de los ecosistemas”.
Fuentes: “Climate Structural Adjustment: We’ll Save Your Life on Our Terms”, Noami Klein, The Nation, 27 de diciembre de 2009; “Crece la presión mundial sobre la cumbre climática”, Ernesto Camona, Argenpress, 18 de diciembre de 2009; “Copenhague: Falta de transparencia y negociaciones excluyentes”, Elvira Corona, ALAI, 18 de diciembre de 2009; “Better to have no deal at Copenhagen than one that spells catastrophe”, Naomi Klein, The Guardian, 17 de diciembre de 2009; “Copenhague: los campesinos pueden enfriar el planeta y alimentarlo”, Silvia Ribeiro, Grupo Etc, 7 de diciembre de 2009; "El traje nuevo del emperador", Amy Goodman, Democracy Now, Argenpress, 18 de diciembre de 2009; “Hay que salvar al planeta y no a este sistema económico”, Eduardo Lucita, La Arena, Argenpress, 18 de diciembre de 2009.

 

 

“Si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado los gobiernos ricos”.

Hugo Chávez, presidente de Venezuela.

 

 

 

UNA PROPUESTA CONCRETA


A diferencia de los jefes de Estado del COP-09, quienes fueron incapaces de ofrecer soluciones concretas a la grave crisis que enfrenta el planeta, en el Klimaforum, el foro paralelo que reunía a miles de activistas, representantes de pueblos, ONG y organizaciones de base, elaboraron una declaración que contiene pasos claros. A continuación, un resumen de éstos:

Para iniciar la recuperación del equilibrio ambiental, social y económico del planeta, las medidas tomadas tienen que ser sostenibles e igualitarias ambiental, social y económicamente. Dichas medidas tendrán que ser plasmadas en un tratado jurídicamente vinculante. Esto implica la creación de un mecanismo que controle y vigile las operaciones de las empresas transnacionales. Las medidas urgidas por el Klimaforum incluyen:
•    abandonar completamente los combustibles fósiles en los próximos 30 años;
•    reducir inmediatamente las emisiones de gases de efecto invernadero de los países industrializados en un 40 por ciento como mínimo en comparación con los niveles de 1990 para el año 2020;
•    reconocer, pagar y compensar la deuda climática por el consumo excesivo del espacio atmosférico y los efectos negativos del cambio climático sobre los pueblos y poblaciones afectados;
•    rechazar las falsas y peligrosas soluciones orientadas al mercado y centradas en la tecnología que proponen muchas compañías transnacionales, como la energía nuclear, los agrocombustibles, la captura y el almacenamiento del carbono, los Mecanismos de Desarrollo Limpio, los cultivos transgénicos, la geoingeniería, la deforestación y la degradación de los bosques;
•    diseñar soluciones reales a la crisis climática, basadas en el uso seguro, limpio, renovable y sostenible de los recursos naturales, y la transición a la soberanía alimentaria, energética, sobre la tierra y las aguas.
Fuente: “Copenhague: Falta de transparencia y negociaciones excluyentes”, Elvira Corona, ALAI, 18 de diciembre de 2009

CAMBIO CLIMÁTICO
AGRICULTURA INDUSTRIAL VS AGRICULTURA DE PEQUEÑA ESCALA


Fertilizantes químicos y otros agrotóxicos destruyen la vida microbiana del suelo y emiten gases de efecto invernadero. Además, los fertilizantes sintéticos destruyen la capacidad del suelo de captar y almacenar carbono.
Según un artículo publicado en la revista Grain, se puede recuperar y estimular la incorporación de materia orgánica al suelo. Esto es factible con prácticas agrícolas, pecuarias y pastoriles de pequeña escala, con diversidad cultural, geográfica y de manejo. Estas prácticas resultarían en una importante reducción de emisión de gases de efecto invernadero. Además, con el tiempo el suelo tendría el potencial de absorber las dos terceras partes del exceso de gases de efecto invernadero de la atmósfera. Según la organización Vía Campesina, ésta es “la medida más importante propuesta hasta el momento.”

Fuente: “Copenhague: los campesinos pueden enfriar el planeta y alimentarlo”, Silvia Ribeiro, GRUPO ETC, 7 de diciembre de 2009; www.grain.org/biodiversidad/?id=459

  El nuevo traje del emperador.

Érase un emperador autoritario y, para colmo, loco de remate, a quien todo el mundo tenía terror. Su corte era un grupo de levantamanos cobardes, su séquito una pandilla de besaculos que habían sustituido sus sueños de un cambio de veras por un puesto en la corte real. Si el emperador dijo que el blanco era negro o la noche, día, decían, sin una pizca de ironía: “El emperador ha de tener razón”. Las masas pobres lo decían también por la sencilla razón de que no decirlo era “irrespetar la majestad” del emperador, un crimen cuyas consecuencias solían ser fatales, y, además, andaban desempleados y hambrientos, en espera de que cayera de la mesa real una migaja: una casita de bloque, por ejemplo, o un saco de urea. Siendo las cosas así, el emperador hacía lo que le daba la gana y, por más dañino y perverso que fuera, por más sufrimiento que causara, todo el mundo aplaudía su genio y creatividad y buen gusto.
El emperador daba a sus súbditos una oportunidad cada semana para aplaudirle: el discurso sabatino, cuando el rey peroraba durante por lo menos dos horas y lucía su último traje hecho de seda y satén y terciopelo e incrustado de piedras preciosas. Cada traje costaba una fortuna y significaba años de trabajo por parte de los sastres y las bordadoras y los joyeros más hábiles del imperio. Y el poblado aplaudía y comentaba en voz alta la sabiduría de las palabras imperiales y la finura y exquisitez de la ropa real. Las personas que no asistían o que hacían gestos y comentarios considerados inapropiados fueron acusados de “irrespetar la majestad” del primer mandatario y arrastradas al calabozo para luego ser torturadas y decapitadas en la plaza pública.
Un sábado de estos, salió el emperador como siempre y, como de costumbre, despacito, mirando de un lado y otro para recibir las venias y los aplausos de sus súbditos a quienes a veces el nuevo traje real dejaba sin aliento de veras. Esto es lo que pasó el sábado en cuestión: la falta de aliento era tan completa que se podría haber escuchado caer un alfiler. Pero esta vez era porque el emperador andaba con el pupo, la panza, la paloma y todo lo demás al aire libre. Por un breve instante, entre la muchedumbre desconcertada reinaba ese silencio total de la tumba, hasta que se escuchaba la voz de un niño: El rey está llucho, gritó. De sus palabras siguió otro silencio mucho más profundo que el primero. Sin embargo después de un momento breve, se podía oir un “ti ji ji”, muy tímido, por cierto. Y luego otro, menos tímido, seguido por risas por aquí y acá que pronto se convirtieron en carcajadas y risotadas sonoras e imparables, en fin, una sinfonía imparable de alegría nada corriente envolvía a la masa de gente común. Y al ver la cara – y pupo, panza, paloma y demás – pálida del emperador, los miembros de la corte y el séquito del emperador exigían: ¡¡¡orden!!!, ¡¡¡atención!!!, ¡¡¡silencio!!! Sin efecto alguno. Hasta al fin la cólera de las autoridades se convirtió en miedo y se fueron de puntillas bajando del escenario y esfumándose, dejando al pobre emperador solo, triste, patético.

Colorín colorado… 


LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO


Bolivia es un país andino, país minero por excelencia cuyos minerales contribuyeron a la construcción del Vaticano y al arranque de la revolución industrial, país que ha sacrificado a sus recursos y sus pueblos y su propio bienestar en el altar del desarrollo de otros países. Este país, que ha dado tanto y recibido tan poco del modelo económico en boga, sufre con creces las consecuencias que dicho modelo provocó.
•    Las glaciares de la Cordillera Real perdieron el 40 por ciento de su volumen entre 1975 y 2006. La pérdida de las glaciares disminuye el suministro de agua a los agricultores y de energía eléctrica a las ciudades.
•    Entre 2006 y 2008, más de 618 mil personas fueron afectadas por el desborde de ríos, inundaciones, deslaves, heladas. Los desastres costaron al Gobierno entre el tres y el cuatro por ciento de Producto Interno Bruto (PIB: el valor de todos los servicios y bienes producidos en el país).
•    En abril de 2009, las autoridades sanitarias de Santa Cruz reportaron más de 55 mil casos sospechosos de dengue y 25 muertes. Se cree que la subida en las temperaturas ha permitido que el zancudo portador de la enfermedad sobreviva en alturas superiores a las acostumbradas.
•    Los bosques de Bolivia almacenan hasta diez giga-toneladas (una giga = mil millones) de carbono. El cambio climático está prolongando las sequías en el país, debido al alza de las temperaturas del mar. Esto ha causado enormes incendios que han destruido medio millón de hectáreas de bosque y potrero.
•    Las lluvias ya no llegan cuando solían llegar y las altas temperaturas han provocado plagas de insectos que han destruido los cultivos en repetidas ocasiones.

Fuente:  “Bolivia battered on five fronts by climate change”, Oxfam International, 4 de noviembre de 2009