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Las desigualdades
By Los Editores

MUJER Y AGRICULTURA

LAS DESIGUALDADES

SON MAYORES EN EL CAMPO

El trabajo de las agricultoras es duro y poco reconocido. A pesar de hacer una gran labor en la casa, el campo y la comunidad, las mujeres casi no cuentan con oportunidades y acceso a recursos. Para colmo, les queda poco tiempo para dedicarse a sí mismas. A continuación algunos datos y hechos al respecto.
Las mujeres tienen menor probabilidad que los hombres de poseer tierras o ganado, adoptar nuevas tecnologías, utilizar el crédito u otros servicios financieros, o recibir capacitación o asesoramiento. Según José Graziano Da Silva, nuevo director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, siglas en inglés), ésta es una de las razones por las que “muchos países pobres no podrán cumplir con la meta de reducir para el 2015 a la mitad el número de  personas que padecen hambre”. El funcionario afirma que para afrontar el problema “no se tiene que inventar la rueda. No es algo como una central atómica, donde hay grandes innovaciones tecnológicas. Son programas conocidos, como aumentar la productividad de la agricultura familiar, desarrollar los mercados locales de alimentos, porque es ahí donde se produce la seguridad alimentaria”. Y, para aumentar la productividad de la agricultura familiar, se tiene que acortar la brecha entre las oportunidades y condiciones abiertas a los hombres, por un lado, y las mujeres, por otra.
Como mencionamos, una de las grandes limitantes que las mujeres enfrentan en la vida rural es el limitado acceso a la tierra. En América Latina y el Caribe, las mujeres representan tan sólo el 18 por ciento de los jefes de explotaciones agrícolas mientras los hombres encabezan el 82 por ciento, según el informe de la FAO Estado mundial de la agricultura y la alimentación para 2010-2011, cuya primera parte lleva el título: “Las mujeres en la agricultura. Cerrar la brecha de género en aras del desarrollo”.
Asimismo, existe una brecha en el empleo asalariada. En Ecuador, casi el 30 por ciento de los hombres tiene un puesto asalariado comparado con apenas el nueve por ciento de las mujeres. Y entre los trabajadores asalariadas hay más mujeres que hombres con trabajos estacionales (el 50 por ciento comparado con el 37, respectivamente) o parciales (el 36 versus el 32 por ciento), y más mujeres que hombres quienes reciben salarios bajos (el 61 por ciento frente al 48).
Otra razón de la desigualdad reinante es el mayor acceso que tienen los hombres a tecnologías agrícolas: sólo el ocho por ciento de mujeres jefes de fincas usan equipos mecánicos frente al 24 por ciento de los hombres.
La brecha es muy pronunciada en la educación formal: por promedio, los hombres terminan 6,3 años de educación, según el informe de la FAO, mientras las mujeres apenas llegan a tres años de instrucción formal.
La misma situación existe en cuanto al crédito: el 32 por ciento de hogares encabezados por hombres ha solicitado un préstamo comparado con el 24 por ciento de hogares encabezados por mujeres.
La FAO recomienda una serie de medidas para cerrar las brechas señaladas. Éstas incluyen reformas en las leyes para garantizar la igualdad de derechos, la formación de funcionarios públicos y dirigentes comunitarios para que cumplan con la ley y contribuyan a que las mujeres sepan sus derechos y sean capaces de reclamarlos. Asimismo, es imprescindible cerrar la brecha en acceso a los servicios financieros, un paso que requiere reformas legales y capacitación para mejorar los conocimientos financieros básicos de las mujeres. De igual manera, las mujeres tienen que gozar de mayor acceso a tecnologías agrícolas.
Entre las medidas más importantes señaladas por la FAO es el fomento de la organización de grupos de mujeres involucradas en acción colectiva. Según el informe de la organización, así se comparte riesgos, se desarrollo competencias y se crea confianza. Añade el documento: “Los grupos de mujeres pueden ser una pieza decisiva para cerrar la brecha de género en la participación de éstas en otras organizaciones de la sociedad civil y los organismos públicos”
Pero la justicia tiene que comenzar por casa. Según la FAO, entre el 85 y el 90 por ciento del tiempo dedicado a la preparación de comidas corre a cargo de las mujeres, que también se encargan del cuidado de los hijos. La sobrecarga de responsabilidades en el hogar, la finca y la comunidad les quita a las mujeres la posibilidad de continuar sus estudios y tener un espacio de ocio.
Aquí en la Zona, las mujeres han estado organizándose desde hace más de 15 años. Y existen otras organizaciones que han reconocido la importancia de tomar medidas para conseguir la igualdad de género. Tal es el caso de la Asociación Agroartesanal de Campesinos Rio Íntag (AACRI). En su última asamblea, los caficultures incluyeron una mesa a fin de analizar el papel de las mujeres en la organización y la necesidad de que tengan voz y voto. Como consecuencia, ahora no hay un solo socio por familia sino socios y socias quienes tienen el mismo derecho a vender de manera directa el café y de acceder a recursos y préstamos.
Al disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito rural con medidas como ésta, se establecerán las condiciones para sacar del hambre a entre 100 millones y 150 millones de personas, según el estudio de la FAO. Éste es un esfuerzo que merece el compromiso de todo el mundo.