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Conferencia cambio climatico
By José Rivera

El cambio climático se convierte en una amenaza para la subsistencia de la humanidad y de todos los seres vivos. Los desastres naturales causados por el fenómeno se sienten, sobre todo, en islas, zonas costeras, los glaciares de los Himalayas, los Andes y los polos de la Tierra y regiones calurosas como las del África. Son las poblaciones humanas y los ecosistemas de estas zonas los más afectados por inundaciones y sequías.
Para analizar el tema, miles de personas acudieron a la convocatoria del presidente de Bolivia, Evo Morales, a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, del 20 al 22 de abril en Cochabamba, Bolivia. El evento reunió pueblos y movimientos sociales que defienden la Madre Tierra, científicos, académicos, juristas y gobernantes dispuestos a trabajar con sus pueblos en la búsqueda de soluciones.

 

 

 

 


Pobres y ricos, una situación insostenible
En la convocatoria al evento, el presidente de Bolivia manifestó que los más afectados por el cambio climático son los más pobres del planeta quienes ya se ven obligados a migrar para sobrevivir, una situación que se agravará con el tiempo. Es una injusticia a creces puesto que el 75 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, la causa principal del cambio climático, se originaron en los países industrializados del Norte. El jefe de Estado boliviano lamentó el fracaso de la Conferencia de Copenhague. Los países ‘desarrollados’ no quieren reconocer la deuda climática que tienen con los países en vías de desarrollo y las futuras generaciones. Afirma que para garantizar el pleno cumplimiento de los derechos humanos en el siglo XXI, es necesario reconocer y respetar los derechos de la Madre Tierra.
Los temas tratados en las 18 mesas de trabajo de la conferencia incluyeron: las causas estructurales y sistémicas del cambio climático; medidas que posibiliten el bienestar de toda la humanidad en armonía con la Naturaleza; la Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra; propuestas de nuevos compromisos para el Protocolo de Kioto y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; la creación de un Tribunal de Justicia Climática; estrategias de acción y movilización en defensa de la vida frente al cambio climático y por los Derechos de la Madre Tierra.
Según un boletín de prensa de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), más de 20 mil personas se registraron de 136 países de los cinco continentes. Desde el Ecuador participaron unos 400 delegados. Tras cinco días de viaje en bus, llegaron en la madrugada del martes al inicio del evento que pretendió concientizar al mundo que la vida de nuestra casa grande, llamada Tierra, está en peligro. En el estadio de Tiquipaya se escucharon voces de representantes de los Pueblos Originarios de Europa, Asia, África y América Latina. El presidente Morales, en su discurso inaugural, hizo una autocritica sobre las actitudes y las practicas de los seres humanos.

¿Qué es la deuda climática?
Nicola Bullard, integrante de Focus on the Global South, con sede en Bangkok, Tailandia, analizó la “deuda climática”, uno de los temas clave del congreso. El concepto se trata de las consecuencias de la emisión de gases de efecto invernadero. Al formar una capa en la atmósfera, estos gases permiten atrapan el calor del sol y causan el calentamiento global. El resultado: fenómenos climáticos extremos que incluyen inundaciones, sequías y tormentas. Estos, por su parte, causan la pérdida de tierras cultivables y de la biodiversidad, enfermedades, falta de acceso a la tierra, migración, pobreza y otros problemas.
El segundo aspecto de la “deuda climática” se refiere al costo de la reorganización de las sociedades y las economías a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El esfuerzo abarcará a casi todos los aspectos de la actividad humana: la agricultura, la energía, el transporte, la forma en que las ciudades se organizan, los patrones de consumo y el comercio mundial.
Para el presidente Morales, la deuda climática es equivalente a una "deuda por el desarrollo", cuyo pago garantizaría que todas las personas tengan acceso a servicios básicos y que todos los países sean lo suficientemente industrializados para garantizar su independencia.
Una tercera parte de la deuda es más difícil de calcular. Se trata del hecho de que, en el proceso de desarrollarse, los países ricos han echado una cantidad tan enorme de gases de efecto invernadero que ya queda poca capacidad atmosférica para absorber más. Las actividades que producen dichos gases son las relacionadas con el crecimiento económico. Esto significa que, para mitigar el cambio climático, existen dos alternativas: o los países pobres limitan su crecimiento o los países ricos reducen drásticamente sus propias emisiones.
Según el Gobierno boliviano, existen dos elementos más en el cálculo de la deuda climática: la “deuda de migración” que se pagaría al dejar de restringir la migración y con el tratamiento de todos los seres humanos con dignidad. Esto es un esfuerzo que no se ha emprendido en los países desarrollados. Por el contrario, se están poniendo más barreras a la migración. Un ejemplo: unos días después de que se cerrara la cumbre de Cochabamba, la legislatura de Arizona, Estados Unidos, aprobaría una ley que convierte en crimen el intento de inmigrar a dicho estado sin visa.
El segundo elemento es la deuda del ser humano con la Madre Tierra. Según los analistas, la relación conflictiva que el ser humano ha establecido con la Naturaleza se debe a varios fenómenos, pero entre éstos, dos llaman la atención. En primer lugar, nuestra especie se ha olvidado un hecho fundamental e innegable: el individualismo, que es la base del sistema económico actual, va en contra del sentido común: ningún individuo sobreviviría ni un segundo sin la existencia de un sinfín de otros individuos que colaboran, o consciente o inconscientemente, en su supervivencia. Y estos individuos no se limitan a miembros de la especie nuestra; necesitamos las otras especies. En otras palabras, somos parte de la compleja red de vida.
El otro fenómeno se debe a la tendencia del ser humano de valorar tan sólo lo que tiene precio. Por ende, si no se puede poner precio en los objetos o los procesos –que los economistas denominas bienes y servicios– carecen de valor. Y también carecen de derechos. Es por esta razón que los miembros de nuestra especie se sienten en su derecho arrasar con bosques enteros y matar a ríos en nombre del “desarrollo” de nuestra especie. Pero al hacerlo, hemos puesto en peligro nuestra propia supervivencia. Es por esto que se escuchan voces que exigen una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra. Para más información sobre este tema, en la página 32 de este número, se encuentra un resumen del análisis del economista Alberto Acosta sobre el tema.

¿Quién es responsable de la deuda climática?
La mayor responsabilidad para la deuda que pesa sobre el planeta hoy la tienen los países ricos, según los conferencistas en la cumbre. Pero se niegan a pagarla. Lo que es más, quieren echar la culpa a los países en desarrollo, como China, Brasil e India, cuyas emisiones actuales están creciendo a un ritmo rápido.
Pero nada se solucionará por este camino. El primer paso que nuestra especie tiene que tomar es el reconocimiento de la locura que representa el modelo económico actual. Nos ha llevado no sólo a la destrucción masiva de elementos esenciales para la vida de la Naturaleza sino a una desigualdad insostenible. Según Nicola Bullard, la única manera para pagar la deuda es asegurando que las relaciones de desigualdad sean rotas. Se refiere no sólo de la desigual entre los seres humanos sino la desigualdad entre nuestra especie y las otras de cuyo bienestar depende el nuestro.

 

Fuente: Marcelo Chimbolema y Wayra  Coro, comunicación CONAIE y Nicola, Bullard, integrante de Focus on the Global South y la convocatoria de Evo Morales