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CAFICULTORES
By Susann Aboueldahab

Unos 400 caficultores de todo el país viajaron a Quito el 12 de marzo. El propósito del viaje era presentar una propuesta en el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) que promueva una caficultura más justa en el Ecuador. Dicha propuesta incluye solucionar problemas clave a fin de reactivar el sector cafetalero.  “Hoy es un día histórico”, afirmó Edmundo Varela, presidente de la Asociación Artesanal Río Íntag (AACRI) al partir a Quito con 60 socios de la organización. Una vez en la capital, caficultores de todo el país se reunieron en el MAGAP para escuchar presentaciones y en espera de la respuesta del ministro Ramón Espinel.    Entre las 40 organizaciones representadas en Quito estuvieron APECAM y PROCA de Loja, Agroecocafé de Coca y APROCEL de Sucumbíos.

La historia de la caficultura en el Ecuador

Christian Marlin, ingeniero del MAGAP, analizó la historia de la caficultura ecuatoriana. En 1995 se creó el Consejo Cafetalero Nacional (COFENAC), un organismo “que rige las políticas del manejo del café en el país”. Según el funcionario, lo que COFENAC ha hecho en los últimos diez años es dar prioridad a los grandes industriles en vez de apoyar a los productores pequeños. Lo que hacen los industriales es importar café de Vietnam. Como consecuencia, los pequeños productores han desaparecido. Los datos confirman este cambio en la política cafetalera: entre los años 1960 y 1990, el promedio de la producción cafetalera en el Ecuador fue un millón y medio de sacos al año. Hoy en día se producen entre 300 mil y 400 mil sacos de café cada año. Asimismo, en el 1995 había 240 mil unidades de producción –o sea, fincas cafetaleras– en el país; en el 2007 sólo quedaban 105 mil unidades, o sea, menos que la mitad.

Pero mientras que la producción nacional se reduce, la industria crece: el año pasado se importaron más de 700 mil sacos de café de Vietnam con un valor de 70 millones de dólares. Según el ingeniero Marlin: “Los grandes perdedores de esta situación han sido los productores”. Pero la prioridad del Gobierno actual es la agricultura familiar para reactivar la caficultura ecuatoriana, según el funcionario.

Una caficultura más justa

José Cueva, vicepresidente de la AACRI, es el autor de la propuesta de cambio en el manejo del sector cafetalero del Ecuador. La presentó como representante de las organizaciones presentes.

 

El caficultor y dirigente inteño explicó que una de las metas principales de la propuesta es en 10 años dejar de importar al menos 25 por ciento del café consumido en el país y que esta porción del producto sea abastecida por los caficultores ecuatorianos. Para lograr este fin, hay que cambiar el modo de trabajar y la forma de pensar a todo nivel.

 

En cuanto al nivel institucional, según el ingeniero Cueva, es importante que el Estado sea quien ejerza la rectoría sobre el sector cafetalero y no el sector privado. Para eso, propuso primero la creación del Fondo Nacional de Café a fin de promover la reactivación de la caficultura nacional, manejado por los mismos productores. De esta manera se puede fomentar la asociatividad dentro de la cadena de comercialización y la coordinación entre los productores a nivel nacional. El Fondo debe financiarse de la exportación, o sea, que el mismo sector genere el Fondo. Pero también tiene que estar relacionado con el MAGAP como unidad de coordinación. Los caficultores aplaudieron la propuesta.  Luego, explicó los cambios a nivel productivo: “Estamos proponiendo que el Estado asuma una política productiva que permita reactivar la producción nacional por no menos de dos millones de sacos”. Enfatizó la importancia de que esta política productiva sea en manos de los productores organizados y añadió: “Esto nos parece lo más importante de la política productiva”.  Después, el ingeniero Cueva tocó el tema de la importación: “Queremos una política de sustitución de importaciones”. Propuso que en ocho años, el cien por ciento de lo que genere la industria sea producido en el Ecuador. Los y las presentes apoyaron esta sugerencia.  Explicó los pasos indispensables para cumplir con la propuesta. El primer paso es la derogación inmediata de la Ley Especial del Sector Cafetalero, creada en el 1995. Según el ingeniero Cueva, la Ley es la causa de 15 años de fracaso del sector cafetelero, bajo la batuta de los grandes productores del sector privado, quienes tienen “un poder inmenso”.  Explicó que otro cambio clave es un impuesto a las importaciones de café. “Si es que las importaciones de café están haciéndole daño al sector productivo, es importante que se comprometa con el sector productivo”. Igualmente, surgió un impuesto en las exportaciones que debe ser reasignado al Fondo.

Finalmente, indicó las políticas necesarias para la Nueva Institucionalidad Cafetalera Ecuatoriana:

En resumen, la propuesta es para una política nacional que reactive la caficultura sustentable del país y que sea económica y ambientalmente sustentable y que garantice el buen vivir de las familias productoras.

Cansados pero felices

La propuesta del ingeniera Cueva fue recibida con fuertes aplausos. Luego, los y las cafecultores escucharon las palabras del doctor Ramón Espinel, ministro del MAGAP.  “Las palabras de José Cueva, que acabamos de escuchar, tienen una coincidencia total y absoluta con la visión del Ministerio de Agricultura”, dijo el ministro. El público expresó su júbilo con gritos, silbidos y aplausos. Afirmó el ministro que “es absolutamente necesario que el Estado ecuatoriano, a través del Ministerio de Agricultura, ejecute la rectoría sobre la política cafetalera del Ecuador.”  Calificó de “vergonzoso” e “inadmisible” el hecho de que el Ecuador, país conocido por la excelente calidad de su café, se había transformado en consumidor de café producido en Vietnam.  También calificó de “vergonzosa” la pobreza de 200 mil familias cafeteleras a consecuencia del quemeimportismo del Estado durante los últimos 25 años. Finalmente, aseguró que el Estado ejecutará una política cafetera en beneficio de los productores y con su participación directa.  Al llegar a Apuela esa noche, después de una jornada que había comenzado en la madrugada, una socia de la AACRI expresó la satisfacción de sus compañeros y compañeras: “LLegamos cansados, pero felices”.