La petrolera Texaco-Chevron tiene que pagar 9,5 mil millones de dólares por los daños ambientales, sociales y culturales producidos durante los 26 años que operó en la Amazonia ecuatoriana. Este es el fallo del juez de Nueva Loja, emitido el 14 de febrero, en el caso denominado el “juicio del siglo” por los medios en todo el mundo. La indemnización es la más grande de la historia impuesta por un daño ambiental.
Texaco-Chevron insiste en que la decisión es el producto del “fraude” y la “mala fe” de los abogados que representan a los 30 mil demandantes, y afirma que apelará la decisión. Por su parte, las personas y organizaciones, que insistían, durante 18 años, en que se hiciera justicia se han declarado satisfechas con el triunfo solo en parte. Afirman que se presentarán otras demandas hasta que todos los involucrados en este caso sean juzgadas.
A continuación, un resumen del significado de un juicio que establece un precedente para todas las comunidades que sufren las consecuencias de la extracción de recursos naturales.
Diez y ocho años en los juzgados
El juicio contra la Texaco inició en 1993 en una Corta Federal estadounidense. Pero en 2001, el juez a cargo del caso decidió que no era de su jurisdicción. Dos años después, los abogados de los demandantes, indígenas y colonos, que viven en la zona afectada por la petrolera, entablaron el juicio en la Corta Superior de Nueva Loja. Treinta mil personas de cinco nacionalidades indígenas, más colones y sectores populares, se unieron en el Frente de Defensa de la Amazonía para presentar el caso. El abogado Pablo Fajardo asumió la representación de los demandantes. El doctor Fajardo nació en Tena a una familia de escasos recursos. Estudió Derecho a distancia mientras trabajaba a tiempo completo para contribuir a la economía familiar.
Al anunciar el fallo, el juez Nicolás Zambrano hizo hincapié en los daños sociales y culturales provocados por la petrolera al “destruir el medio necesario para que los indígenas llevaran su vida tradicional basada en la pesca y la caza”, y provocar “el desplazamiento de pueblos enteros”.
Algunos analistas han comparado el daño causado por la Texaco al debido a la explosión de la planta nuclear Chernobil en la ex Unión Soviética. Indican, además, que excede en mucho los daños causados por el derrame en el Golfo de México producido por British Petroleum el año pasado.
Consecuencias de la explotación petrolera
Ecuador cumple 100 años de actividad petrolera, si se toma en cuenta la exploración en la península de Santa Elena. Sin embargo, sigue sin entrar en el “primer mundo”. Las siguientes son algunas de las consecuencias de la presencia de una sola petrolera, la Texaco, en la Amazonia ecuatoriana, señaladas por los ecuatorianos Edgar Isch y Alberto Acosta y el economista catalán Joan Martínez Alier:
o Texaco perforó 339 pozos en 430 mil hectáreas. Extrajo 1.500 millones de barriles. Vertió miles de millones de barriles de agua de producción y desechos en la Naturaleza y quemó billones de pies cúbicos de gas desde inicios de 1967. La contaminación persiste hasta hoy en aguas superficiales y subterráneas. La empresa no empleó prácticas y políticas de protección ambiental y, como consecuencia, su oleoducto sufrió docenas de derrames.
o Los daños ambientales descritos produjeron daños –en muchos casos, irreparables– en las personas y las culturas. Estos incluyen la desaparición de los pueblos indígenas tetete y sansahuari, esto es, el genocidio.
o Los casos de cáncer en el área de explotación petrolera son del 31 por ciento mientras el promedio nacional es del 12,3 por ciento.
o La actividad petrolera llevó la violencia, la prostitución y el alcoholismo a zonas donde operaba la empresa.
o La remediación conducida por Texaco entre 1995 y 1998 fue una estafa total, con la complicidad de las autoridades del Estado de ese entonces.
o Texaco recibió beneficios excesivos al no aplicar buenas prácticas durante más de 20 años, mientras extraía 1.500 millones de barriles de petróleo. Dicha ganancia se calcula en unos 1.500 millones de dólares; esto sería, en dólares de hoy en día, por lo menos 10 mil millones de dólares.
o El verdadero costo de lo destruido, en términos sociales y ambientales, por la Texaco oscila entre 27.500 millones y 113 mil millones de dólares, según los diferentes cálculos.
El fallo del doctora Zambrano, de 188 páginas, detalle los daños descritos y recoge los testimonios de personas afectadas. Por ejemplo, Antonio Caba, agricultor en la concesión petrolera, afirmó: “Trabajé primero con café, y se me perdió el café; luego sembré pasto y se me perdió una parte, puse más tarde ganado a criar y la mejor vaca enfermó…” Asimismo, el papá y la tía de Hugo Ureña murieron de cáncer y hace menos de un año una sobrina murió a los 17 años de leucemia.
Texaco rechaza fallo
La petrolera argumentó durante el juicio que lo que hacía en el Ecuador era una “práctica común” en los campos petrolíferos de todo el mundo. Pero esta aseveración no concuerda con un libro titulado Primer of Oil and Gas Producción (Compendio de la producción de petróleo y gas). Uno de los autores de la obra es T.C. Brink, funcionario de la propia Texaco. En el libro, publicado en 1962, los autores alertaban del “cuidado extremo” que se debe ejercer en el manejo del agua de perforación. El juez Zambrano consultó el libro para evaluar la veracidad del argumento de la Texaco. Concluyó que la petrolera mintió, que adoptó medidas inadecuadas “por razones principalmente económicas”, o sea, para ganar más. También criticó a la Texaco por su “mala fe” al intentar evadir su responsabilidad al cambiar el nombre a Chevron y al no reconocer la “dignidad y el sufrimiento” de las víctimas.
Sin embargo, Chevron-Texaco insiste que “el fallo de la Corte ecuatoriana es ilegítimo e inaplicable. Es producto de un fraude y totalmente contrario a lo que aduce la evidencia científica y legítima. Chevron apelará esta decisión en el Ecuador y espera que prevalezca la Justicia”, según reportó El Comercio.
Opinan los analistas
Egar Isch pregunta si no hubiera sido mejor haber dejado el petróleo bajo tierra: “Por más tecnología de punta que se anuncie, ninguna es ambientalmente segura, tal y como se demuestra en los últimos derrames de BP en el Golfo de México o del OCP [Oleoducto de Crudos Pesados] en Ecuador”.
Para el economista Alberta Acosta, lo obrado por Texaco en la Amazonia ecuatoriana demuestra la “maldición de los recursos” como el petróleo. Señala que los niveles de pobreza en la Amazonia, sobre todo, en las provincias petroleras de Sucumbíos y Orellana, son más elevados que en el resto del país.
Por su parte, el ex canciller de la República, Fander Falconí, afirma que hay daños que no son cuantificables: “La desaparición de biodiversidad no se puede contar en dinero (no hay reconstrucción ni reparación posibles). No se pueden recuperar las ranas y otros anfibios del Yasuní que se pierdan para siempre. Hay valores que no tienen precio”. En vista de esta realidad, el economista pregunta: “¿Existen tecnologías limpias para evitar los daños ambientales? Claro que sí, existen mejores tecnologías para la extracción. Pero no existen tecnologías proteicas que evitarían cualquier daño social y ambiental, en particular en zonas ricas en biodiversidad y sensibles en términos ecosistémicos. Por ello, es mejor aplicar el principio de precaución: ante el desconocimiento de los riesgos, es mejor no emprender proyectos que podrían generar una enorme destrucción”.
Cómo se invertirá el dinero
El juez Zambrano ha indicado los montos de la sentencia que se deben invertir en distintas actividades. Según reportado por el economista Martínez Alier, “600 millones de dólares irán para la limpieza de aguas subterráneas, 5.396 millones a remediación de suelos, 200 millones (a 10 millones anuales por 20 años) a la recuperación de flora y fauna, 150 millones a planes de agua potable, 1.400 millones por daños imposibles de reparar, como la salud perdida; 100 millones de dólares por daño cultural y ‘restauración étnica’, y 800 millones como fondo de ayuda para la salud pública. Este último punto surgió como compensación de las muertes por cáncer. No hay indemnizaciones a personas particulares sino al colectivo de damnificados representados por los demandantes…”.
El futuro
Chevron-Texaco ha recibido dos decisiones favorables, una de una corte estadounidense que prohíbe embargar sus activos en dicho país a fin de pagar la sentencia impuesta por el juez ecuatoriano y otra de una entidad de arbitraje internacional en el mismo sentido. Sin embargo, los demandantes confían en que, tarde o temprano, habrá la posibilidad de cumplir con la sentencia mediante la venta de los activos de la petrolera en otros países.
Además, el doctor Fajardo no descarta enjuiciar a Petroecuador, la estatal ecuatoriana que seguía aplicando la tecnología heredada de la Texaco con similares resultados.
Pero el asunto va más allá de los daños provocados en el pasado. Como señala el economista Martínez Alier, la posibilidad de un aumento en los accidentes y los derrames aumenta a medida que el petróleo escasee. Porque es allí cuando la industria intenta extraer petróleo de baja calidad en lugares cada vez más remotos. Como consecuencia, los costos suben. Es por esto que el economista Acosta indica que, con la sentencia, emerge “la necesidad de una justicia ecológica global que haga realidad los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza en el mundo”. Un primer paso en este sentido es la Iniciativa Yasuní-ITT, que dejaría el petróleo del parque nacional Yasuní bajo tierra a cambio de una compensación, por parte de los gobiernos de otros países, equivalente a la mitad del valor renunciado por el Ecuador al no explotar el recurso.
Pero volviendo a la sentencia del juez Zambrano, contiene otro aspecto novedoso, cuyo fin es reparar, en algo, el daño moral que representa la forma peor que vergonzoso en que la Texaco operó en el Ecuador entre 1964 y 1990. Según el juez, la petrolera tiene que pedir disculpas públicas en el Ecuador y Estados Unidos. “Si no lo hace en 15 días, el monto económico a pagar se duplicaría a más de 16 mil millones de dólares”.
Fuentes: “El Chernobil de la Amazonia sale caro a Chevron”, Antonio Cerrillo, La Vanguardia (España), 18 de febrero de 2011; “La sentencia a Texaco y el ITT”, Edgar Isch L., 16 de febrero de 2011; “Sentencia a la Chevron-Texaco, un triunfo de la Humanidad”, Alberto Acosta, 14 de febrero de 2011; “Chevron fined $8bn over Amazon ‘contamination’”, Dominic Rushe, New York; Fander Falconí, Rebelión, s/f; “El caso Chevron Texaco en Ecuador: una muy buena sentencia que podría ser un poco mejor”, Joan Martínez Alier, ALAI, América Latina en Movimiento, 17 de febrero de 2011; “Condena a Chevron tras 18 años de litigio”, El Comercio, 15 de febrero de 2011, pág. 12; “Corte ecuatoriana condena a Chevron”, Hoy, 15 de febrero de 2011, pág. 3; “Las 2 visiones del juicio ambiental a Chevron”, El Comercio, 18 de febrero del 2011, pág. 17.